QUE DULCE
CALMA
Que dulce
calma envuelve el descanso
que al amor
precede…
La voz se
entrecorta, la ansiedad aflora
bajo un
fuerte nudo de calma y de miedo.
Te acercas y
tiemblo, me miras y muero…,
tu brazo me
abraza y me tiembla el cuerpo,
te vas
acercando como un mar de fuego…,
que inunda
mi vida, que en mi ser perezco.
La emoción
me rasga y miro al firmamento
y en suspiro
agudo a la luna envuelvo;
tengo hambre
de ti, de noche no duermo
y mi boca
hambrienta busca en ti el sustento.
Mi alma se
rompe al oler tu cuerpo,
mi corazón
galopa al gustar tu aliento
y mis
entrañas cantan y hacen nidos
cenicientos...,
hasta el final de los tiempos.
Y al verme
abatido y con gran lamento
yo me
entrego a ti, pues tú eres mi diosa,
luz entre
mis sombras, mi ser y alimento...,
y abriendo
los ojos, mi alma despierta
de este
tormento.
Ricardo Lalinde
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