AL
SAGRADO NACIMIENTO
De
aquel sacro natalicio
hacia
el cuarenteno día,
en
el templo del Señor
que
en Jerusalén había...,
entró
la Virginal Madre,
de
nombre llamada María;
más
limpia que las estrellas,
y
más que el sol reluciría.
En
brazos inmaculados
a
su tierno hijo traía;
Hijo
es del Inmortal Señor,
Redentor
y hombre sería.
En
forma llega de siervo,
aunque
a la salvación nos guía,
para
rescatar del hombre
la
afección que padecía;
luego
a enorme costa suya,
le
abrió la gloriosa vía,
para
cumplir el mandato
su
Madre a Jesús le ofrecía,
y
por Él da en sacrificio
los
dos corderos que había...
Al
el templo llegó Simeón,
hombre
justo que a Dios temía,
en
el cual habitaba Dios,
a
quien el respondería
y
la encarnación del Verbo
con
sus ojos contemplaría.
Hincando
rodilla en tierra
recibió
al Glorioso Mesías
de
los brazos de la Virgen
que
a sus manos le ofrecía.
Y
tomándolo en sus brazos,
con
dicha feliz y alegría,
cantó
aquel divino canto
que
al Templo se refería,
y
así se cumplió lo escrito
en
forma de profecía:
«La
Madre llevaba al Hijo,
Y
el Hijo al Padre seguía».
Ricardo Lalinde López
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