lunes, 25 de diciembre de 2017

EL RINCÓN DEL POETA

AL SAGRADO NACIMIENTO



De aquel sacro natalicio
hacia el cuarenteno día,
en el templo del Señor
que en Jerusalén había...,

entró la Virginal Madre,
de nombre llamada María;
más limpia que las estrellas,
y más que el sol reluciría.            

En brazos inmaculados
a su tierno hijo traía;
Hijo es del Inmortal Señor,
Redentor y hombre sería.
                                                             

En forma llega de siervo,
aunque a la salvación nos guía,
para rescatar del hombre
la afección que padecía;

luego a enorme costa suya,
le abrió la gloriosa vía,
para cumplir el mandato
su Madre a Jesús le ofrecía,

y por Él da en sacrificio
los dos corderos que había...
Al el templo llegó Simeón,
hombre justo que a Dios temía,

en el cual habitaba Dios,
a quien el respondería
y la encarnación del Verbo
con sus ojos contemplaría.

Hincando rodilla en tierra
recibió al Glorioso Mesías
de los brazos de la Virgen
que a sus manos le ofrecía.

Y tomándolo en sus brazos,
con dicha feliz y alegría,
cantó aquel divino canto
que al Templo se refería,

y así se cumplió lo escrito
en forma de profecía:
«La Madre llevaba al Hijo,
Y el Hijo al Padre seguía».

  Ricardo Lalinde López

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